viernes, 2 de marzo de 2012

EL HABLA DEL MAESTRO

Uno debe vivir el mito; experimentarlo en el ambiente
natural de la gente que todavía lo posee.
Jean Marc de Civrieux.

De muy joven escuché hablar de Jean Marc de Civrieux, no sé sí por el interés para ese entonces hacia las culturas indígenas y mi relación con ellas o más bien por una búsqueda de un referente mágico religioso. Quizá realmente fue a través de la poesía que llegué a sus libros, leyendo a Eliade, Huxley, Gurdieff y finalmente a quién veo como un afín de su personalidad, me refiero al maestro y poeta Robert Graves, en Europa. Extraño no, suena raro decirlo, pero Marcos pertenece más a este lado del planeta que cualquier otro maestro. Su firmeza afincada en estas tierras las sentimos en sus libros. Sólo que Marcos trasciende la mera geografía por su pensamiento plural adquirido durante largos años de estudio y búsqueda del Logos, hurgando en mitos universales, haciendo posible una cosmogonía propia del mito Marcos nació en Niza (1919) un pueblo al sur de Francia que alguna vez perteneció a Italia. Desde joven vino para quedarse, ahondando en nuestras propias raíces y en ellas encontró un largo camino hacia el universo, por ello he advertido anteriormente lo que podemos apreciar en esa especie de Biblioteca de Babel que atesora tan fielmente Gisela, su compañera de la vida. Cuando atravesamos el umbral de un espacio sagrado como su biblioteca sentimos encontrarnos ante un hermeneuta que tiene la explicación de este mundo y de los otros mundos, allí en esos anaqueles que más bien parecen palíndromos indescifrable para nuestro breve paso por estos días. Desde el génesis o los génesis del hombre, desde la Atlántida a la misteriosa India, los Celtas y los Druidas, la Orinoquia explayada en un vasto sin fin de libros, objetos, reliquias para cualquier etnólogo, estudiante o curioso de arquetipos de culturas perdidas en nuestra memoria. Si leemos alguna biografía de Robert Graves nos toparemos con datos curiosos de esa afinidad que ambos personajes presentan a la hora de cotejar sus vidas. Los dos penetraron en el mito e indagaron en una suerte de cosmología estudiada apenas por los grandes maestros. Grave se marchó para siempre a Palma de Mallorca, en una aldea que le permitió vivir y escribir lejos del pandemonio urbano de donde provenía. Marcos junto a su amada esposa emprende un viaje a una morada(La Mucuy, Mérida) que ha permitido asentar a este nómada del conocimiento en una aldea que de igual manera será un punto de conversión, una “ zona sagrada”.

 La Mucuy Baja, Mérida 1998
 Hermes Vargas

UNA RELIGION DE LA SELVA ORINOQUENSE


Anotaciones  de la Expedición al Cunucunuma
Los Kunuhana
Siempre fue un tema de interés para mí abordar aspectos de la mentalidad religiosa de las tribus de Venezuela relacionadas con grupos lingüísticos de filiación caribe y por diversas circunstancias tuve relación estrecha con los kunuhana del río Cunucunuma y los kari’ña o caribe del Estado Anzoátegui –de la pequeña aldea El Guasey, cerca de Santa Clara de Aribi, indígenas autodenominados karí’nako (plural de kari’ña) que representan el último testigo venezolano de los caribe sensu stricto, o en el sentido original de la palabra, y por esa coyuntura escogí para el estudio los dos grupos mencionados. Para recoger testimonios en torno a las ideas religiosas de las dos etnias de filiación caribe escogidas, me tracé un plan de trabajo que he llevado a cabo con paciencia en el transcurso de muchos años. En relación a los kariña de la mesa de Guanipa, en 1974 fue publicado “Religión y Magia Kariña” (1974) y “Ritos Funerarios Kariña” (1992).
El contacto con los kunuhana comenzó en 1950 a raíz de la expedición a la región Sierra Marahuaka, Kushamakari y Alto Cunucunuma dirigida por el Dr. Ventura Barnés, ornitólogo y patrocinada por las Naciones Unidas y la Universidad de Puerto Rico, en la cual fui gentilmente invitado a participar en calidad de geólogo del Instituto Nacional de Minas y Geología y en la que participó mi gran amigo y compañero en otras expediciones, el entomólogo René Lichy.  En  esta fecha, la región era todavía inexplorada  y por tanto bastante desconocida para la Geografía de Venezuela,   de ahí que una de nuestras primeras tareas fue elaborar un croquis para hacer nuestro reconocimiento. En ese momento conocí a Dawasehuma, joven kunuhana que era nuestro guía y con su profundo conocimiento de la región del Cunucunuma, del Marahuaka–Duida, del Alto Orinoco y de toda la extensión geográfica de los so’to, nos dedicamos a preparar un primer mapa del área de exploración en  largas y arduas sesiones de trabajo en las que copiábamos rigurosamente en el papel lo que Dawasehuma nos trazaba en el suelo respetando las distancias relativas indicadas. Los datos de Dawasehuma eran de primer orden, de modo que el paso siguiente consistió en superponer al croquis indígena, el Mapa de Alfredo Jahn basado en la exploración de Félix Cardona (1930) y el resultado fue una fuente muy apropiada para trazar el mapa en el Límite Norte, incluyendo los Valles de Antaware, Emékuni y Labarehur. Para trazar los límites hacia el Sureste utilizamos el Mapa del Cerro Duida de Tate & Hitchcock (1841), y finalmente, para culminar el mapa, recurrimos, en algunas partes, al “Diario de Viaje” de Robert Schomburgk (1838-39). El resultado final fue el “Mapa de Dawasehuma” en honor a su original artífice de la ruta de nuestra   ansiada exploración. En 1951 tuvo lugar la Expedición Franco- Venezolana a las fuentes del Orinoco para delimitar la frontera con Brasil en 1951, en la cual participó el autor de estos apuntes en calidad de geólogo; de dicha importante expedición se derivaron muchos mapas y toda la región del Cunucunuma fue ampliamente conocida. En 1959, nueve años después de la Expedición al Cunucunuma - Marahuaka fue publicado  “Datos Antropológicos de los Indios Kunu–Hana”; con abundante información sobre mitología, geografía, ecología y cultura kunuhana. Posteriormente salió “Watunna, Mitología Maquiritare” (1970) y “Watunna, Un Ciclo de Creación en el Orinoco (1992), compendio mitológico que integra a los kunuhana con yekuana e ihuruhana de la gran tribu so’to. El presente trabajo viene a complementar el de “Datos Antropológicos de los Indios Kunu-hana” en la esfera de  las ideas religiosas de este subgrupo “so’to” del Alto Cunucunuma; no es nuestra intención ofrecer una descripción pormenorizada de la religión y magia, sino algunos de sus rasgos sobresalientes.
Yekuana, kunuhana o dekuana son nombres de subgrupos de la gran tribu de autogentilicio so’to. Estos grupos locales o subgrupos hablan, con ligeras diferencias fonéticas o dialectales, la lengua so’to, la misma que hablaban y enseñaron esos héroes primordiales del Watunna. El autogentilicio tiene para la tribu un significado esencialmente lingüístico, so’to son los hablantes de la verdadera lengua, la lengua so’to; so’to significa gente, persona humana, número veinte y es restringido a los hombres unidos estrechamente por una lengua y por un origen mítico. So’to miembro de la tribu, el verdadero hombre, se reconoce por su modo de hablar, no por el aspecto de su cuerpo físico. Cada especie de seres (animales, espíritus, etc.) tiene la facultad de alterar sus formas, pero se identifica por su lenguaje propio. El “Watunna” aporta innumerables ejemplos de seres humanos que para engañar a los hombres cambian mágicamente sus formas y adoptan la del hombre so’to. Muchos seres enemigos adoptan, a veces, un aspecto ficticio, pero su lenguaje bárbaro descubre su naturaleza secreta. Esas tribus, aparentemente humanas, pero que hablan lenguas ininteligibles para el so’to pertenecen en realidad, a categorías prácticamente no humanas y enemigas del hombre verdadero, de modo que pueden ser cogidas como animales. La influencia del factor lingüístico es notable en la instintiva desconfianza del so’to hacia toda tribu extranjera en el sistema de sus alianzas y de sus encuentros bélicos, en cambio la afinidad lingüística es un factor de influencia poderosa en sus excelentes relaciones tradicionales con los diversos grupos caribanos orientales: arekuna, taulipang y makushi que moran en las sabanas del cerro Roraima, la cuenca del río Uraricoera y zonas adyacentes, grupos locales miembros de una gran tribu de autogentilicio pemong, cuya lengua es muy afín a la de los so’to. Sus respectivas lenguas permiten la comunicación cultural entre ambos grupos, el canje comercial y las alianzas. Según las tradiciones orales de ambos grupos, los pemong son considerados casi so’to por éstos y recíprocamente.
En 1912, el etnólogo y explorador alemán, Theodor Koch–Grumberg (1979), visitó a los grupos indígenas llamados makiritare que vivían en las cabeceras del río Caura (Merevari) y Ventuari y los llamó mayonkong basándose en el nombre que le daban sus vecinos orientales, los arekuna y taulipang. Hay que tener presente que Koch-Grumberg había llegado a esas tierras indígenas desde las sabanas del Roraima y las cabeceras del río Uraricoera por lo que es evidente que obtuvo, de los habitantes de esos lugares, las primeras noticias de los mayonkong, nombre que también los brasileños del río Uraricoera usan para referirse a los makiritare.
Respecto a la dimensión tribal de los so’to, Koch Grumberg anotó la subdivisión de la tribu mayonkong en cuatro subgrupos locales: autodenominados ihuruhana o gente de las cabeceras, distribuidos en las fuentes del Caura, Ventuari y Padamo; dekuhana (oriundos del Cerro Dekúhana, cuna primordial de la tribu); yekúhana, variante fonética del nombre anterior, y kunuhana o habitantes del río Kúnu o Cunucunuma.
Estudios de las comunidades del Ventuari–Orinoco condujeron a Johannes Wilbert a distinguir tres subtribus sobre la base lingüística y cultural: la mayoncon del Paragua y Caura, los yekuana del Erebato–Ventuari y los cunuhana del Cunucunuma: “Hablan la misma lengua con variaciones dialécticas y la cultura en general, es la misma entre todos ellos”. Según Wilbert: “Las tres grandes subtribus de los Makiritares usan también nombres específicos que designan su subgrupo, que está constituido por un número de grupos locales que a su vez tienen otros nombres específicos” (1963: 160). Wilbert no hizo referencia a los ihuruhana y asimiló los dekuhana a la subtribu yekuana, quizás por la desaparición casi total del grupo Dekuhana por obra del kanaima
Los datos compilados no nos permiten aceptar sin reservas los intentos de división en subtribus de los so’to, sí estamos de acuerdo en la división en subgrupos definidos como el yekuana del Ventuari y del Caura, el ihuruhana de las cabeceras del Ventuari y el kunuhana del Cunucunuma y del Padamo. A través de nuestras investigaciones y con base en el relato mitológico, parece evidente que la parcialidad ihuruhana, fue originalmente una sola tribu. Al aumentar la población, se separó en bandas autónomas, bajo jefes y organizaciones comunales distintas y adquirieron ligeras particularidades dialectales de origen fonético. El cerro Dekúhana considerado en los mitos de origen, la cuna de todos los so’to, está situado en Ihuruña, región de las cabeceras de los tres grandes ríos mencionados.
Los grupos dekúhana, yekúhana y kunuhana emigraron del mismo sitio mítico de origen común, mientras los ihuruhana probablemente se quedaron habitando, y quizás todavía, las cabeceras. Como hemos referido, los subgrupos están estrechamente vinculados entre sí por una la lengua: la so’to y por una misma tradición oral: el Watunna, cimiento sagrado de su unidad política y comercial.
El nombre kúnu–hana o cunuana lo oímos nosotros de boca de los indígenas del río Cunucunuma o Kúnu y significa estrictamente “habitantes del Kúnu”, el cual se hizo extensivo a los indígenas del río Padamo. El río Cunucunuma nace en el flanco meridional del importante cerro Farantahidi y constituye la línea divisoria entre la cuenca de dicho río y la del Antaware o Alto Ventuari. El caño Faranta nace en el flanco Este del mismo cerro Faranta–hidi y es una de las cabeceras del río Yattíti o Dattiti, afluente izquierdo del Antaware. El río Cunucunuma es escenario de grandes eventos mitológicos como la lucha de Wanadi y máwariko en el raudal Mawadi Ane Hidi. El río Padamo nace en la cumbre Kudewa–hidi, recibe las aguas de los ríos Kuntinama y Metakuni y desemboca, como el Cunucunuma, en el Alto Orinoco. La gran tribu so’to desde antes de la conquista española, se extendía por la banda derecha o septentrional del Alto Orinoco, una región de montañas y selvas vírgenes atravesada por cinco grandes afluentes del Orinoco: Cunucunuma, Iguapo, Padamo, Alto Ventuari y Alto Caura, amplia región actualmente bien explorada.
A lo largo del río Cunucunuma tuvimos contacto con los siguientes subgrupos kunuhana: Kasuru–ña, Twadiña, Yacarecenne–ña, Fadadu–ña, Kutto–ña, Manchácina, Mawariña y Wiráci–ña. Wilbert (1963: 160) posteriormente a nuestra estadía hace mención de los mismos subgrupos locales del Cunucunuma: Casuruña, Tawadiña, Yacarecenneña, Fadaduña, Cuttoña, Mancháciña, Mawaáriña y Wiráciña y agrega los subgrupos del Alto Padamo: Shanaña, Cawaiña, Secariumaña, Momiña, Deváraña, Iraráñoña y Amacaiumaña
Los kunuhana del río Kunu viven en pequeñas rancherías esparcidas a lo largo del río, desde las inmediaciones de la boca del caño Sina hasta la región de las cabeceras del río en las montañas Faranta–hidi y sabana de Mawadi Ane Hidi, al pie de las laderas septentrionales del macizo Duida, y las del Caño Wiraki, afluente izquierdo del Cunucunuma, entre las cabeceras de éste y el Cerro Marahuaka–Huha. El espacio que ocupan los kunuhana es sagrado y en la toponimia de sus ríos, montañas, sabanas y raudales se perpetúa la tradición del Watunna, el recitatorio mítico de todos los so’to.


Del Libro Póstumo e Inédito de Marc de Civrieux

ITINERARIOS DE UN VIAJERO DEL SABER


La imagen del viaje aparece naturalmente como metáfora organizadora cuando se intenta comprender el sentido de la obra de Jean- Marc de Crivrieux. Este autor es antes que nada un explorador de las geografías del mundo, de las geografías de la cultura, de la vida, cuya obra escrita, derrotero laboral y proyecto de vida, han seguido distintos itinerarios con destinos a veces explícitos y a veces misteriosos. Como punto de partida, hay que aceptar que no será posible entender de forma absoluta hacia donde ha tendido el trabajo de este investigador que ha dejado en la antropología venezolana una huella sólida y perdurable, pero señalando, a la vez un camino solitario y sin discípulos.
Orientado tempranamente hacia las humanidades, Jean- Marc de Crivrieux siguió sin embargo la carrera de Geología en la Universidad Central de Venezuela. El promisorio campo laboral de esta especialidad en un país petrolero podría explicar este viraje con respecto a sus orientaciones iniciales, pero una mirada detenida nos permitirá ver que este inicio en las ciencias de la tierra apuntara hacia los destinos que su obra señalara en el futuro. Desde esta temprana etapa desarrollo, a su vez, una obra etnohistoria y etnológica que cuenta con mas de 25 trabajos entre libros y artículos en publicaciones periódicas, llegando a ser incorporado en 1973 como miembro honorario del colegio de sociólogos y antropólogos de Venezuela. Una revisión de su obra deja ver que el viaje de conocimiento de Marc de Civrieux no es una deriva entre saberes y campos de la realidad, sino que parece obedecer a un objetivo final, a un diseño lógico que articula cada uno de los territorios conocidos con el siguiente, dentro de un proyecto de organización de un cosmo orgánico y coherente.

CRONICAS DE TOPOGRAFIAS TERRRENAS, MITICAS Y TEXTUALES

Un primer recorrido cognoscitivo que parece evidente en su obra, de la geología a la antropología, se revela como apariencia cuando se ve que se trata de dos viajes paralelos, y por lo tanto tendentes hacia una confluencia en el infinito, más allá de nuestra Visio. Su aporte dentro de su especialidad teológica el estudio de los foraminíferos fósiles, microorganismos marinos que suelen ser indicadores de presencia de hidrocarburos en el subsuelo, es tan bien reconocido como su labor docente. Sus discípulos lo recuerdan como un profesor con una Visio integradora y amplio conocimiento geográfico, parte de una generación de maestros de la geología en Venezuela. Su obra consta de más de 20 trabajos publicados, incluyendo contribuciones extensas como los 29 artículos que forman el léxico estratigráfico de Venezuela de 1956.
Obra fundamental de referencia en su campo, más de 100 informes técnicos de paleontología y bioestratigrafías para el ministerio de minas, y 80 para la creole petroleum corporatium, las dos instituciones donde desarrollo su labor como geólogo hasta recalar en la universidad de oriente, en cumana, donde se jubilaría en 1980. Comenzó tempranamente la exploración del sur de Venezuela, y ya en 1947, junto al entomólogo Rene Lichy, viajo al casiquiare y al río negro publicando luego, coautoria, una serie de relatos del viaje en nueve entregas del diario El Nacional, además del texto exploración por la regio amazónica, de 1949. Este trabajo recapitula la historia de los viajes a la región, y relata las impresiones y observaciones geográficas y culturales recogidas por los dos viajeros. En 1948 al cerro marahuaka por el río cunucunuma, y comenzó su contacto, de gran significación futura, con el pueblo ye´kuana.
Estos viajes representan los primeros pasos de una ambición exploratoria mayor, que se concretara con la propuesta a las autoridades nacionales de una expedición para descubrir las cabeceras del Orinoco, en 1949. Marc de Civrieux y Rene Lichy son los precursores de la expedición llamada Franco-Venezolana de 1951, que, organizada por el gobierno nacional como reacción a una propuesta intrépida pero algo aficionada de un grupo de exploradores franceses, subsumirá el proyecto inicial de Lichy y de Crivrieux, incorporándolos a ambos a la expedición, yaku, las fuentes del Orinoco, y el informe de Marc de Civrieux, sobre aspectos geológicos, reposa probablemente en los archivos del ministerio de minas. De la lectura de la obra de Lichy, y de los otros relatos de la expedición, se desprende que los dos inseparables amigos disfrutaron y sufrieron en conjunto desde la fatiga físicas y los rigores de la selva hasta las intrigas personales que jalonaron la travesía. Ambos debieron regresar antes de llegar a las fuentes, Crivrieux por enfermedad y Lichy por un impedimento físico. Dos viajes significativos completan la lista gruesa de itinerarios geográficos de Marc de Civrieux: el que lo llevo a Turquía (en un exilio voluntario de Venezuela), y le permitió recorrer los lugares fundacionales de la cultura occidental en Asia menor, entre 1961 y 1965; y un viaje a la india, donde se interno por un año en un Ashram bajo las enseñanzas de un maestro espiritual. En algún recodo solitario de una de estas travesías (y quizás nunca de forma consciente), ha debido, aparecer ante el autor la claridad de una visión que marcaría toda su obra: la certeza de que ni el pasado ni el presente cobran consistencia sin un relato organizador, certeza que lo llevo a apostar todo su trabajo como una indagación sobre la historia desplegada en un horizonte espacial. La pulsión hacia los espacios abiertos del geólogo se conjugaría entonces con una decisión de relatarlas y no solo registrarla, de devolverla al mundo vuelta sentido.
Porque incluso la obra etnográfica de Marc de Civrieux hace historia, aunque más no sea porque Eligio trabajar con culturas extintas o en trance de desaparición: los coaca, los cumanagotos, los chaimas. Hasta sus trabajos etnográficos sobre los ye´kuana y los kariña pueblos que mantienen su lengua, defienden sus territorios tradicionales, y elaboran formas de resistencia étnico se revisan hoy como un aporte etnohistorico: buena parte de las costumbres reseñadas por el autor han dejado de existir.

LA ALTERIDAD DE LA GEOGRAFIA ETNICA

El libro El hombre silvestre ante la naturaleza, es un trabajo descriptivo de la relación entre el hombre y su entorno natural a través de una visión de la realidad de dos grupos de lengua caribe con los cuales el autor trabajó: los ye´kuana y los kariña. De introducir el hábitat y la ecología de cada uno de los dos pueblos, el autor presenta su conocimiento astronómico, y evidencia la existencia de un saber indígena coherente y organizado sobre el tema. Pero es la segunda mitad del libro que describe el saber y las prácticas etnobotanicas y etnozoologicas de los dos grupos, lo que sumerge al lector en un universo de referencias silvestres: fibras vegetales, savias y resinas, cortezas maceradas, barbascos y espíritus animales y vegetales con los cuales los indígena tejen su mundo, y hace aparecer el universo intelectual y material del hombre que vive en contacto intimo con la naturaleza agreste. El final del texto es una hermosa colección de relatos kariña que subraya la alteridad de este universo simbólico y hace emerger las latitudes mágicas, éticas y humorísticas de la psicología de los caribes orientales, mostrando la forma en que el universo moral es codificado, en las sociedades sin escritura, en relatos e historias.



Alejandro Reig

WATUNNA: TERRITORIO DE UN SABER Y UNA CULTURA


Pero el texto mas importante de Civrieux dedicado a rescatar del olvido y valorizar del olvido y valorizar públicamente el pensamiento y universo simbólico indígena es Watunna, originalmente subtitulado Mitología maquiritare, y en su segunda edición “Un ciclo de creación en el Orinoco”, recolección de la citología de los so´to autogentilicio que el autor restituye, afirmando que ye´kuana es el nombre de uno de las cuatro subdivisiones de la etnia. Watunna es sin duda un texto formidable, aporte superlativo a la mitografia amerindia, que ha visto dos traducciones sucesivas al inglés, generando repercusiones fuera de los límites académicos. Se trata de un texto en el cual el especialista en mitologías amerindias o el historiador de las regiones encontrará material para establecer relaciones con temas mitológicos comunes a distintas culturas. A la vez, se deja leer como un hermoso y complejo relato que enlaza lo cósmico y lo terreno, la formación de las estrellas, soles y planetas con la creación del paisaje terrestre; prescribe formas de comportamiento reconociendo sin embargo el poder del azar sobre la conducta, y muestra los terrenos vivenciales del cultivo de diversas facetas del espíritu ye´kuana. Un aspecto que impresiona en este texto es el estableciendo de realidades y seres aparentes que son manifestación, reflejos o sombra de otras realidades o seres primordiales. La descripción del mundo como contrapesado por realidades análogas pero separadas de lo visible parece entroncar la cosmovisión yekuana con otras grandes tradiciones religiosas. Así Wanadi, el creador primordial, es una fuerza omnipresente y eterna que se manifiesta en la tierra a través de espíritus mensajeros o dobles, también llamados Wanadi. Estos wanadi, a su vez crean realidades geográficas como la montaña Kushamakari “doble” del Huachamakare geográfico del río Cunucunuma equivalentes,  pero distintas a las que podemos conocer. El verdadero Kushamakari, donde el segundo Wanadi hizo la casa de su suegro, situado más selva adentro que el visible, no puede ser visto más que por los espíritus y los piaches. No resulta difícil imaginar que estas alteridades geográficas trascendentes, solo, accesibles en el trance chamanico, sean una de las facetas de esta mitología y de la cultura ye’kuana que encantaron definitivamente al geólogo- mitografo Jean Marc de Civrieux cuando comenzó a escuchar de boca de los ye’kuana sus historias ancestrales. Se encontraba, en lo profundo de la selva venezolana, con ecos de una temática arquetípica de la literatura mística, que René Daumal recoge con esplendor –en la misma época – en su famosa obra inconclusa, El Monte Análogo (11) clásico de la literatura esotérica de todos los tiempos.
11. René Daumal. París. Le Mont Analogue, Gallimard, 1981; 1a. edición, 1952. Aunque seguramente Civrieux no conocía esta obra al iniciar su contacto con los ye’kuana, previo a su publicación, hay aquí un paralelismo notable entre los campos de interés  de ambos autores.
Además de su valor como texto religioso, y como asiento de los códigos morales y las cifras del arte  de la vida de los  ye’kuana, Watunna es un texto fecundo en al menos  dos dimensiones de importancia para el estudioso de los pueblos amazónicos: una geográfica y otra histórica. La primera de ellas nos permite  leer el texto como un auténtico manual de geografía amazónica, y puede desprenderse de él tanto un modelo de simbolización y apropiación indígena  del espacio como un texto  de etnografía que los geógrafos y los ecólogos no deberían pasar por alto. La  cosmovisión ye’kuana incorpora el espacio físico y natural como un referente material de realidades esenciales cuyo conocimiento es privativo de los sabios de la tenia, poseedores de un saber que se adivina sutil y profundo, lleno de matices, y con un gran dominio del ambiente del Alto Orinoco, como puede verse en la categorización del caño Casiquiare como “agua vieja”, que parece aludir a un conocimiento histórico del paisaje y su dinámica hidrográfica.
La dimensión histórica del texto nos muestra cómo incorporan los ye’kuana el entorno de relaciones interétnicas, adjudicando a las otras etnias un lugar en los procesos de creación llevados a cabo por los héroes primordiales. Del mismo modo se incorporan creativamente eventos dramáticos como la llegada de los europeos, las guerras de independencia, la explotación del caucho y la evangelización forzada. Esta absorción del pasado reciente en la saga mitológica, lejos de significar una pérdida  de identidad étnica  evidencia mecanismos de elaboración de la  con el Otro cultural en el marco de procesos de “etnogénesis” que probablemente ya formaban parte de la construcción mitológica antes de que aquella cultura entrara en contacto con la nuestra. Se trata sin duda de una fuente etnohistóricas única, de cuya lectura ningún investigador de la realidad cultural del Amazonas venezolano puede prescindir.
Como singularidad metodológica, Watunna no explicita si los relatos forman parte de una misma locución o si se trata de una composición de diversas versiones, por varios informantes, en diferentes momentos. En vez de una estructuración “técnica” del corpus narrativo, aparece una historia redonda aunque dividida en ciclos y partes que pueden leerse por separado. Esta elección narrativa proviene de la cualidad de outsider  del mundo antropológico del investigador, con libertad para construir su relato fuera de las normas de la comunidad científica de referencia. El editor y traductor al inglés de la obra precisa los aspectos metodológicos: “Éste es el Watunna que se cuenta diariamente, no el Watunna ritual de las fiestas, sino el que se cuenta todos lo días en fragmentos, en la medida en que el tiempo y le necesidad lo demanden. De modo que no ha habido un informante, sino muchos, y cuando finalmente él (Civrieux) hubo reunido todas las piezas y les dio el orden que tendrían si hubiera un solo narrador en una sola ocasión, cambiaron los roles, y él mismo se convirtió en el narrador” (1)
(1)   David Guss, “A Teller’s Preface”, en Marc de Civrieux, Watunna, an Orinoco Creation Cycle”, p.vii. San Francisco: North Point Press. 1980. (traducción nuestra)

RESONANCIA SOCIAL DE LA BIBLIOTECA


El  proyecto de la Fundación Los Grandes Espacios Marc a de Civrieux  ha tenido una importante  incidencia  dado que implica  la puesta en valor de un acervo cultural cierto, dinámico e interactuante; ha creado fuentes de trabajo, estructurado equipos de Investigación, ha facilitado la Capacitación y formación de  recursos humanos en el Municipio Santos Marquina y  conviertido en un valor agregado del área., ha suministrado  herramientas eficientes a  los agentes culturales de la localidad, ha investigado y difundido  la cultura indígena y tradicional venezolana y universal y promovido  la lectura y la investigación.

Actividades que desarrolla nuestra biblioteca


 -Conservar,  digitalizar, catalogar  y divulgar la obra de Marc de Civrieux 
 -Optimizar el servicio de información que presta la biblioteca en la región y fuera de ella
- Consolidar   la biblioteca como un centro cultural para promover la lectura y la
    Investigación 
- Fortalecer   el proceso educativo de la región y del país.
- Contribuir  en la formación de  nuevos  centros de investigación y difusión cultural  
    de la región.
- Valorar y difundir la historia   y las culturas indígenas.
- Valorar y difundir las tradiciones comunitarias.
 Actividades a desarrollar :
Diseñar y editar  los catálogos de las colecciones.
-Organizar  y promover  las  sesiones de lecturas dirigidas a la población estudiantil
-Organizar  y promover   las visitas guiadas de escolares.
- Fichar   las colecciones bibliográfica y audiovisual
--Exponer  Fija e itinerantemente,   los Instrumentos Musicales Étnicos:
- Exponer Fija e itinerantemente  Fotografías de Marc de Civrieux y otros autores
- Conferencias: Dictar conferencias sobre las colecciones, Temas de Investigación
.La Biblioteca se consolida
Desde hace  tres años, con el aporte financiero  del Centro de Diversidad Cultural del Ministerio Popular para la Cultura de la R.B. de Venezuela,   se emprendió el proceso de tecnificación de la biblioteca  consistente en la digitalización  de los títulos de  los volúmenes bibliográficos,  fotografías e imágenes y  de los instrumentos musicales étnicos.
Hasta el presente se han digitalizado  8.900  títulos bibliográficos
1500 fotografías de autor
300 fichas de instrumentos musicales étnicos;
300 páginas  transcritas  de documentos manuscritos,
El “Museo Los Grandes Espacios” – Instrumentos Musicales Étnicos de Venezuela y otros Continentes”, con  Exposición Permanente de 200 instrumentos 
 200  Visitas Guiadas  de estudiantes de las escuelas del Municipio y de otras instituciones.
10    Talleres de Construcción de Instrumentos a partir del re-uso de materiales.
3 trabajos de investigación culminados.
Planes por culminar: la  Publicación del Catálogo el cual ofrecerá  una base de datos  de  las colecciones, confiable y sistematizada.
Restablecerá y fortalecerá  nociones de identidad y apropiación patrimonial de las realidades y valores culturales, históricos y ambientales del país. 
En fin,  este centro de divulgación cultural culminará un sueño de años, abriendo  a la población venezolana un espacio novedoso e integrador  capacitado para  cumplir  grandes objetivos sociales: extensión, investigación, producción  y educación. 

BIBLIOTECA LOS GRANDES ESPACIOS


Marc de Civrieux, a través de los años,  constituyó  dos notables bibliotecas, una de geología que donó  en el Oriente de Venezuela   y otra de mas de  10.000  volúmenes  sobre la historia  material y espiritual de la humanidad,  etnología, mitología, religión, ciencias naturales, astronomía, ecología, psicología, filosofía, etc..
Esta colección fue pacientemente  recopilada  y clasificada por el autor  para el conocimiento de la historia universal y en particular de Venezuela y de América y posibilitar investigaciones con  una  visión humanística, coherente y profunda  de la historia ya que considera las mitologías y el patrimonio oral de las diferentes culturas como aportes a la historia, imposibles de obviar por  cifrarse en ellas  claves fundamentales para la comprensión actual del fenómeno cultural en sus inter relaciones y legitimación social.
Además  de los numerosos  trabajos de investigación realizados por el profesor  Civrieux  basados  en la experiencia directa, sobre el terreno, otros los han sido reunidos con  base en datos  dispersos en numerosas publicaciones en diferentes idiomas (inglés, francés, alemán, portugués, italiano, etc.  Recopilados  en castellano estos  numerosos datos dispersos y como tal, de difícil interpretación mientras permanecen aislados, facilitan    investigaciones  etno históricas.
Por otra parte, a través de los numerosos contactos con comunidades indígenas del Alto Orinoco, de la Mesa de Guanipa  y otras  de Venezuela y de Centro América, el profesor recopiló valiosa información que vació en  manuscritos ordenados, algunos  se están en proceso de hacerse ilegibles   por estar  escritos a lápiz,  que bien podrían  revisarse, organizarse para una posible publicación  que serán seguramente un  nuevo aporte al patrimonio cultural del país. De esos manuscritos existentes se pueden señalar: Religión y Magia Yekuana, apuntes para un vocabulario kariña, un ensayo sobre  el mito en las sociedades naturales y en las sociedades urbanas  y la  bibliografía completa de etnología antigua de Venezuela, entre otras.
Durante esta amplia labor de investigación Marc de Civrieux recogió valioso material audiovisual  que reposa en la biblioteca (diapositivas, fotografías y filmes de autor y de otros)  de modo que, en este  sentido, por la amplia trayectoria de trabajo intelectual del profesor  se albergan  en su biblioteca invalorables documentos que  pudieran ser de gran  provecho  para las nuevas generaciones de investigadores.
Dice Alejandro Reig en su citado trabajo:
 En la aldea La Mucuy Baja de Tabay en el Estado Mérida se halla un lugar donde los libros se cuentan por miles;  exactamente  más de diez mil quinientos que posee la Biblioteca Los Grandes Espacios Marc de Civrieux; una colección bibliográfica que incluye temas que van desde la historia de la humanidad pasando por la mitología, etnología, religión, filosofía, ciencias naturales, ciencias humanss universales, geografía y  otros inherentes a la cultura humana.
En la Biblioteca  Los Grandes Espacios también reposa un material hemerográfico, documental, fotográfico y fonográfico étnico todo  siguiendo un orden cronológico de acuerdo a los acontecimientos, de tal manera que se puede reconstruir, con una aproximación razonable, el proceso histórico desde su época más lejana hasta lo contemporáneo.
 Para preservarla,  en 1997 a la Biblioteca se le dio carácter de fundación y desde entonces está abierta a  investigadores  nacionales e internacionales en diversas disciplinas, a estudiantes de educación básica media y universitaria. A su vez en ella se realizan investigaciones sobre diversos aspectos de la etnología, se presta asesoría en tesis de grado, se mantienen intercambios de información con instituciones nacionales y extranjeras y una estrecha colaboración con las asociaciones indígenas del país.”
 Efectivamente en 1997 se creo la “fundacion  BIBLIOTECA GRANDES ESPACIOS MARC DE CIVRIEUX“ es y se actualizó  como centro de  estudio, de documentación e investigación, de   conservación    por su  gran alcance venezolanista y universal. La fundación fue   protocolizada  en la Oficina Subalterna de Registro del Municipio Libertador del Estado Mérida    bajo el N° 1, Protocolo Primero, Tomo 46, Segundo Trimestre, en  fecha 30 de junio de 1997. y con domicilio   La Mucuy Baja. Sector Mucusirí, Quinta Wanadi, jurisdicción del Municipio Santos Marquina del Estado Mérida.

¿Quién es Marc de Civrieux?


“Soy un hombre que ama la naturaleza y mi aprendizaje lo he hecho en la selva”, confió Marc de Civrieux, en una entrevista. Este estudioso nació en Niza (Francia) y llegó a Venezuela en 1939, para quedarse. En 1945 se graduó de Ingeniero Geólogo en la Universidad Central de Venezuela con calificación Magna Cum Laude, formando parte de las primeras promociones de geólogos en el país.
De ahí en adelante, enfocándose hacia la estratigrafía y micropalentología, ocupa cargos de responsabilidad en el Ministerio de Minas e Hidrocarburos donde funda la División de Documentación Geológica.
En 1946, Civrieux, junto con el Dr. René Lichy participa en una importante expedición al Orinoco adentrándose por el Brazo Casiquiare, siguiendo la ruta de Humboldt. Se encuentran por primera vez, el geólogo de formación, pero provisto de una gran sensibilidad antropológica por las etnias con las cuales tuvo contacto en sus exploraciones. Allí escucha y recopila valiosos datos, unos permanecen en silencio y otros fueron publicados, junto con Lichy, bajo el título Exploración por la Región Amazónica de Venezuela en 1949.
En 1950 forma parte de la expedición patrocinada por la Universidad de Puerto Rico y  Naciones Unidas a la región del Marahuaka ( Alto Orinoco) en el Estado Amazonas durante la cual tiene contacto con familias kunuhana Desde los primeros contactos, va reuniendo datos documentales. Los temas tratados es extenso y engloba otros campos del saber: etnología, etnobotánica, lingüística  y shamanismo.
En 1951, junto con le profesor  Lichy trabajan en un proyecto inicial para explorar el río Orinoco hasta sus fuents y ese mismo año,  se conforma la primera expedición Franco-Venezolana con con dicho objetivo. Sellier de Civrieux forma parte del equipo de científicos de esta gran  aventura a  como geólogo representante de la Universidad Central de Venezuela y del Ministerio de Minas de la República de Venezuela. Posteriormente, en el transcurso de la década, su esfuerzo y búsqueda se enfoca hacia la mitología so’to y compila una serie de narraciones  a raíz de su experiencia directa y de trabajos de campo  con dicha etnia al lado de “Dawasehuma”, llamado por los criollos Manuel Velázquez, patriarca de La Esmeralda en el Alto Orinoco y guía invalorable de los primeros exploradores a las fuentes del gran río Orinoco en la Sierra Parima de Guayana. Manuel Velázquez todavía vive  y se residencia un tiempo en La Esmeralda y otro en Puerto Ayacucho.
Después  de las expediciones al Alto Orinoco viaja a Yucatán (México), , acompañado de Luis Laffer y recopila importantes datos documentales, en especial sobre el Popol-Vuh y un rico material musical divulgados a través de un LP: El ültimo de los Cocccon”. Luis Laffer ha sido el gran recopilados y divulgador de la música folklórica venezolana y americana.
Entre 1949 y 1959, Civrieux desempeño el cargo de Micropalentólogo y Estratígrafo del Departamento de Geología del Ministerio de Minas e Hidrocarburos y trabajó en estrecha colaboración con  geólogos de campo. Produjo  más de 100 informes técnicos de peleontología y bioestratigrafía,  de Geología Regional, Extensión de la Formación Roraima en el territorio Amazonas, Geología de la Región Ventuari–Cunucunuma, Marahuaka, Geología del Alto Orinoco, entre otros, que reposan en los Archivos del Ministerio y que fueron ampliamente utilizados y citados con frecuencia en la literatura geológica en Venezuela. Sus determinaciones y comentarios contribuyeron al establecimiento de la cronoestratígrafia y de la geología regional del país.
En la Compañía Creole Petroleum Corporation, en la cual trabajó de 1945 a 1949, produjo aproximadamente 80 informes paleontológicos y bio-estratigráficos sobre la superficie y el subsuelo de Venezuela.
En 1952, sale a la luz el Primer Léxico Estratigráfico de Venezuela, coordinado por Civrieux, el cual sigue siendo texto obligado para los estudiantes e investigadores de geología por su gran importancia para el conocimiento físico del país. Posteriormente se incorpora al Centro Nacional de Investigaciones Científicas en París, Francia para discutir la edición Internacional de dicha obra.
 De 1950 a 1960 representa al Ministerio de Minas en diversos Congresos y Simposium Nacionales e Internacionales sobre información e investigaciones geológicas, micropalentología y estratigrafía. A la par que se desempeña como un empedernido investigador ejerce la docencia en el liceo Andrés Bello, Universidad Santa María, Universidad Central de Venezuela, Escuela Técnica Industrial de Caracas.
En 1960 Civrieux se ausenta de Venezuela, país que él mismo adoptó con pasión venezolanista. Viajó a la India al ashram del maestro Shivananda donde aprende las técnicas del yoga, de meditación y principios del sánscrito. Después de arduo aprendizaje, de la India pasa a Turquía donde se desempeña como geólogo paleontólogo y estratígrafo de la compañía francesa de petróleo. Es para él una estadía muy prolífica pues le permite viajar por pueblos antiguos como Armenia, Israel, Ucrania, recorriendo los pasos de los primeros cristianos, de Alejandro Magno y sabios religiosos. Civrieux recoge sus viajes de trabajo en exquisitas fotografías. También de esa época es un Recetario de Comidas que elaboró en Ankara. Después de esa experiencia no tuvo mucha afición por la cocina.
 Lleno de sueños y promesas, por invitación del Rector de la Universidad De Oriente, con sede en Cumaná, Estado Sucre, vuelve a Venezuela, la patria que adoptó por amor. Se incorpora al personal docente de la Universidad de Oriente: primero a la Escuela de Geominas, en Ciudad Bolívar y luego a su querido Instituto Oceanográfico de Cumaná en 1967 donde desarrolla una amplia y fructífera labor especialmente dirigida a la investigaciones de foraminíferos.
En el instituto además de reconocido investigador, es miembro de la Junta Editorial del Instituto Oceanográfico de 1969 a 1979, Editor de Cuadernos Oceanográficos de 1970 a 1979 y publica más de 20 trabajos entre ellos Cuatro Géneros de Foraminíferos del Mar Caribe, Biofacies bentónicas de foraminíferos de la Plataforma Continental de Cumaná, Cañones Submarinos frente a la Cordillera de la Costa de Venezuela, La influencia de los parámetros físico químicos del fondo en la facies de foraminíferos bentónicos en colaboración con J. Bonilla, Ecología y Distribución de Foraminíferos bentónicos del Golfo de Santa Fe en colaboración con Pedro .José Bermúdez, Geología del Mar Caribe, Foraminíferos Indicadores de Comunidades Bentónicas Recientes de Venezuela, Las Discorbidae del Mar Caribe, etc.
Civrieux es un apasionado de los foraminíferos a los cuales llama microseres marinos, porque los foraminíferos no son fósiles de por sí, son muy abundantes n el Mar Caribe y sirven de diagnóstico para determinar la edad de los estratos, sin embargo la ciencia que los estudia es conocida como micropalentología.
Como geólogo de formación, pero con una gran curiosidad y sensibilidad antropológica, ya desde 1946 se había interesado por los Kariña de la Mesa de Guanipa. Durante todas sus expediciones tuvo notables contactos con individuos de la etnia yekuana.
Después de su expedición a las fuentes del Orinoco en 1951 enfocó sus esfuerzos hacia el compendio de narraciones de la mitología yekuana. Manuel Velásquez, uno de los guías de la expedición oficial a la fuentes del Orinoco, sabio indígena, patriarca de La Esmeralda (Amazonas) fue para Civrieux un gran amigo que lo guió hacia la comprensión de la mitología yekuana.
En la década de los años 70 Civrieux se dedicó con verdadero ahínco a desarrollar una gran actividad científica a la par que continuó su gran actividad en la investigación lingüística, etnobotánica y etnológica entre diversas comunidades indígenas.
En 1970 aparece por primera vez su obra “WATUNNA”. A propósito de Watunna dice el escritor Luis Angel Duque en el prólogo de “El Soberbio Orinoco” de Julio Verne, editado en 2000: “Esta obra Watunna, revela el rico universo de los yekuana y le atribuye un carácter ético a la formación de esta gran etnia...” Y es indudable que Watunna lanza definitivamente a Civrieux como uno de los grandes mitólogos del Orinoco.
Cumaná, la vieja ciudad de oriente, le permite adentrarse en las zonas ocultas del conocimiento: funda la Gran Fraternidad Universal con el maestro Luis Deza donde participa el poeta Arnaldo Acosta Bello, el pintor Freddy Pereira y otros amigos. Funda la Sociedad de Alquimistas, lee a Fulcanelli, conoce a Eugenio Canseliet a través de Carlos Corcull, y traduce el Mutus Liber.
“Sus obligaciones académicas –dice Luis Alberto Crespo– sus experiencias y estudios esotéricos en profundidad, y la escritura –porque se revela como un gran literato– no lo distraen de su estudio vocacional y publica dos grandes libros Los Caribes en la Conquista de la Guayana Española y Religión y Magia Kariña. Pero Civrieux no solo se dedica el documento histórico sino que se adentra junto con el gran recopilador Luis Laffer a grabar los cantos de los Coaca de Cumanacoa “Los Carrizos precolombinos” y el célebre Mare Mare de los Kariña. Con esta visión no hay duda que Civrieux se empeña en revelar en sus investigaciones no solo la letra, el escrito sino otros aspectos de la cultura como la música y la imagen para entregar una integración o síntesis maravillosa.
En 1985 se retira a un pequeño valle de los Andes, a La Mucuy Baja, al pie de la sierra nevada de Mérida. Este paso del sabio -del mar Caribe a la Sierra Nevada- sorprende. Confiesa que quiere ver de nuevo paisajes parecidos a los franceses y a viejos y entrañables amigos. Trae dos sueños que acarició en Oriente, el estudio comparativo de las culturas, entre los que desarrollo “El Mito de los Hermanos Gemelos”, y la publicación del “Diario de Cumaná -1498 -1599”. Para la realización de estas utopías viene con todos los hierros, su amplia biblioteca de más de 10.000 volúmenes de historia y mitos del mundo entero y cientos de carpetas con un conjunto de crónicas de 1498 a 1599, sobre la historia de Cumaná, año por año, también manuscritos sobre las etnias yekuana, kariña, chaima y paraujanos y una biografía manuscrita de G.I.Gurdjieff, filósofo sufi del Siglo XX. Y algo que no traía, pero que apenas llega a la Mucuy desarrolla: un esquema para ampliar sus conocimientos sobre los timote de Mérida. Todavía Civrieux muestra ese ímpetu de investigador a tiempo completo, de hombre de fe y pasión inquebrantables, verdaderamente, por una nueva Venezuela.
Hace siete años Marc de Civrieux, este gran hombre del saber y de la honestidad profesional a toda costa, voló al cielo -que él había dado conocer- el Cielo de Wanadi. Dejó a los que siguen un gran legado para la venezolanidad y la humanidad entera.
 Marc sigue vivo en su biblioteca, ese gran reservorio del saber que posee Mérida. Vive en el corazón de su compañera, de sus hijos y familiares venezolanos, en el de su amigo Manuel Velásquez y en el de otros que quiso a lo largo de su periplo vital.
 “Marc de Civrieux, Don Marcos para sus vecinos, deja una huella sólida en el medio académico y en la cultura venezolanos, Su vida se apagó el 17 de abril del 2003, un jueves Santo. No vale despedirse de él. Es, y sigue siendo un espíritu enigmático y sabio. Cuando se intente evaluar su legado, habrá que ser fiel a su invitación esencial, ir más allá, mirar hacia nuevos horizontes de forma metódica e incansable intentando descubrir los arcanos de la existencia” escribe Alejandro Reig (Rev. Antropológica, Fundación La Salle N° 96, Nos. 2001-2006)