viernes, 2 de marzo de 2012

EL HABLA DEL MAESTRO

Uno debe vivir el mito; experimentarlo en el ambiente
natural de la gente que todavía lo posee.
Jean Marc de Civrieux.

De muy joven escuché hablar de Jean Marc de Civrieux, no sé sí por el interés para ese entonces hacia las culturas indígenas y mi relación con ellas o más bien por una búsqueda de un referente mágico religioso. Quizá realmente fue a través de la poesía que llegué a sus libros, leyendo a Eliade, Huxley, Gurdieff y finalmente a quién veo como un afín de su personalidad, me refiero al maestro y poeta Robert Graves, en Europa. Extraño no, suena raro decirlo, pero Marcos pertenece más a este lado del planeta que cualquier otro maestro. Su firmeza afincada en estas tierras las sentimos en sus libros. Sólo que Marcos trasciende la mera geografía por su pensamiento plural adquirido durante largos años de estudio y búsqueda del Logos, hurgando en mitos universales, haciendo posible una cosmogonía propia del mito Marcos nació en Niza (1919) un pueblo al sur de Francia que alguna vez perteneció a Italia. Desde joven vino para quedarse, ahondando en nuestras propias raíces y en ellas encontró un largo camino hacia el universo, por ello he advertido anteriormente lo que podemos apreciar en esa especie de Biblioteca de Babel que atesora tan fielmente Gisela, su compañera de la vida. Cuando atravesamos el umbral de un espacio sagrado como su biblioteca sentimos encontrarnos ante un hermeneuta que tiene la explicación de este mundo y de los otros mundos, allí en esos anaqueles que más bien parecen palíndromos indescifrable para nuestro breve paso por estos días. Desde el génesis o los génesis del hombre, desde la Atlántida a la misteriosa India, los Celtas y los Druidas, la Orinoquia explayada en un vasto sin fin de libros, objetos, reliquias para cualquier etnólogo, estudiante o curioso de arquetipos de culturas perdidas en nuestra memoria. Si leemos alguna biografía de Robert Graves nos toparemos con datos curiosos de esa afinidad que ambos personajes presentan a la hora de cotejar sus vidas. Los dos penetraron en el mito e indagaron en una suerte de cosmología estudiada apenas por los grandes maestros. Grave se marchó para siempre a Palma de Mallorca, en una aldea que le permitió vivir y escribir lejos del pandemonio urbano de donde provenía. Marcos junto a su amada esposa emprende un viaje a una morada(La Mucuy, Mérida) que ha permitido asentar a este nómada del conocimiento en una aldea que de igual manera será un punto de conversión, una “ zona sagrada”.

 La Mucuy Baja, Mérida 1998
 Hermes Vargas

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